jueves, 9 de septiembre de 2010

...Y se paran los ascensores.


Esta entrada va dedicada a un gran amigo. No es grande porque sea especialmente alto (de hecho llevamos creciendo a la vez desde que le conozco), ni porque sea alabado por miles de personas como un dios. Mi amigo es grande porque después de los cerca de diez años que nos conocemos ha conseguido, gracias a su forma de ser, que no perdamos nuestra amistad. Seguimos viéndonos o hablando diariamente, seguimos haciendo las mismas bromas estúpidas, teniendo las mismas ideas paranoicas y discutiendo por las mismas tonterías.
Sé que puedo contar con él para lo que sea, y resulta un compañero excelente para cualquier proyecto o aventura (lo cual quedó confirmado este mismo verano).
Por eso, hoy 10 de Septiembre quiero rendirle homenaje a mi amigo en su vigésimo segundo cumpleaños. Espero que, por mucho que cambien las cosas, conozcamos gente nueva y hagamos nuestras vidas en solitario, siempre tengamos un hueco para reunirnos a contar historias paranoicas que acaben parando los ascensores.



Mi gran amigo el Capitán Pescanova.